|
La exposición
ROMA S.P.Q.R., organizada por la Comunidad de Madrid y el
Canal de Isabel II, con la colaboración de la Fundación Canal y abierta al
público del 21 de noviembre al próximo 2 de marzo en el Centro de
Exposiciones Arte Canal, vuelve a apostar, en la línea de dos anteriores,
Guerreros de Xian y Faraón. El enigma en Madrid, que
tuvieron como tema la China de los siglos II a.C.-II d.C. y la milenaria
cultura egipcia, por el acercamiento al gran público de las grandes
civilizaciones antiguas, en este caso, de la Roma imperial, entre Augusto
y Constantino (31 a.C.-337 d.C.).
Con un título poco afortunado, que evoca con las siglas S(enatus)
p(opulus)q(ue) R(omanus) más la Roma republicana que el sui generis
régimen creado por Augusto -un Imperio mediterráneo con vocación
universal dirigido por una larvada dictadura militar-, y con el emblema
tampoco demasiado bien escogido del busto del fratricida y odiado
emperador Caracalla, la muestra acoge en una extensión de 2.000 metros
cuadrados casi medio millar de piezas, procedentes de fondos museísticos
de Italia, Francia y Croacia y de los principales museos nacionales, como
el del Prado, el de Arte Romano de Mérida y el Arqueológico
Nacional o los museos arqueológicos de Cataluña, Ampurias, Córdoba,
Cartagena y Sevilla. Con ellas, se ha tratado de ofrecer una amplia visión
de conjunto de la vida de Roma, en un itinerario abierto, a través de once
ámbitos, vinculados y complementarios: “Grecia en Roma”, “Símbolos del
Imperio”, “Religión”, “Sociedad”, “Economía”, “Arquitectura, paisaje y
urbanismo”; “Juegos, fiestas y espectáculos”, “La casa y la vida
cotidiana”; “El mundo funerario”, “El ejército” e “Hispania”.
Las piezas, seleccionadas por la comisaria científica de la exposición,
la arqueóloga catalana Isabel Rodà, se muestran al espectador, según la
propuesta del comisario artístico Manuel Blanco, en una impresionante
vista panorámica, como si se tratara de un gran yacimiento arqueológico,
en el que se mezclan objetos de todos tipo: esculturas, urnas, pedestales,
mosaicos, relieves, lápidas, instrumentos, sellos, monedas, joyas..., con
un expreso propósito, que el propio comisario indica en el catálogo de la
muestra: “Roma no debía ser reducida a una docena de elementos
icónicos, de esculturas maravillosas que se irguieran sobre nosotros
revelando la potencia del objeto único, del fetiche como fuerza evocadora,
sino que debía surgir como una verdadera civilización en la que los restos
de sus dioses se mezclasen con los elementos de la vajilla doméstica de la
última casa del Imperio, y con los instrumentos quirúrgicos de sus
cirujanos o las armas desgarradoras de sus soldados”.
Para
conseguir este objetivo, las piezas han sido enmarcadas y contextualizadas
en el conjunto con la utilización de los más modernos recursos
audiovisuales: gigantografías con ejemplos representativos de la
arquitectura imperial -las casas colgantes de Éfeso, el templo de Adriano,
el Coliseo o el Arco de Triunfo de Constantino-, hologramas y
proyecciones, que no han podido sustraerse al estereotipado cliché de las
luchas de gladiadores o el desfile de las legiones, pero que también
consiguen evocar sugerentes escenas de la vida cotidiana como la intimidad
de un comedor patricio o el bullicio de un día de mercado.
Sin
duda, es difícil condensar, ni siquiera con este despliegue de piezas y
medios, la riquísima variedad de una civilización tan compleja como la
romana en un período de tres siglos y medio, el mismo que transcurre,
pongamos por caso, entre la España de Felipe II y el derrocamiento de
Isabel II. Al final, se amontonan los acostumbrados tópicos y un frío e
interminable puñado de estatuas, columnas y féretros de mármol, entre los
que el visitante corre el riesgo de perderse sin obtener esa visión de
conjunto pretendida por los organizadores.
Pero queda
ese medio millar de piezas, que el especialista degustará, reunidas en un
mismo recinto, con la delectación del connaisseur, aunque pueden
resultar aburridas para el visitante poco ducho en la materia. Ni siquiera
el guiño “nacionalista”, con un ámbito especial para las provincias
romanas de Hispania, consigue enderezar esta impresión, si no es para
reafirmar la monotonía estandarizada que transmiten las piezas procedentes
de otros ámbitos del Imperio. Sólo la Loba Capitolina destaca del
conjunto. Pero, ¡ay!, se trata simplemente de la copia de un original del
que empieza a rumorearse su factura medieval.
El catálogo de la exposición, de casi 400 páginas, exquisitamente
cuidado, se convierte en requisito casi imprescindible para poder
disfrutar en toda su dimensión del encomiable esfuerzo realizado. Y una
bien surtida tienda colmará los deseos de cualquier coleccionista de
kitsch, con objetos asequibles a todos los bolsillos, desde la
reproducción de un sestercio (1 €) a la de uno de los vasos de Vicarello
(1.460 €).
José Manuel Roldán Hervás UCM
Lugar: |
Centro de Exposiciones Arte Canal. Paseo de la
Castellana (junto a la Plaza de Castilla) |
Fecha: |
Del miércoles 21 de noviembre de 2007 al
domingo 2 de marzo de 2008 |
Horario: |
Lunes a domingo de 10:00 a 21:00 horas |
Enlaces: |
ROMA S.P.Q.R |
Mas Información: |
Entrada General: 6 euros Entrada Reducida: 4
euros (menores de 12 años y mayores de 65 años) |
|
|