Un secreto en el Miño Arqueólogos
descubren un yacimiento de 250.000 años de antigüedad en una terraza fluvial de
Arbo El País,
por TERESA CUÍÑAS - Vigo -
22/08/2010 Eso
de que la vida nace donde hay agua está cada vez más claro y cristalino para
los arqueólogos gallegos. Quienes se dedican a recomponer el puzzle gigantesco
que es nuestra historia como especie que vive en sociedad y que se relaciona
con su entorno saben, desde la irrupción de la arqueología moderna, de la
importancia de la cuenca del río Miño, sobre todo en su curso bajo, desde
tierras orensanas hasta su desembocadura en A Guarda, como uno de los lugares
predilectos para los primeros pobladores de este pedazo de tierra. Desde los años 60,
diversas campañas se lanzaron a descubrir los orígenes certeros de unos
asentamientos intuidos, localizados y después conocidos. Se produjeron
hallazgos que parecían deslumbrantes y que, sin embargo, vistos a la luz de los
paradigmas científicos se quedaban en un puñado de imágenes borrosas. O faltaban
los medios para la certificación o fallaba el estado de conservación de los
yacimientos, en su mayoría, arrasados por la erosión o modificados e incluso
esquilmados por la mano del hombre. Un grupo de
arqueólogos pertenecientes al Instituto de Estudos Miñoranos (IEM) parece haber
encontrado un buen cristal de aumento para observar nuestra prehistoria más
lejana. La lupa estaba escondida a varios metros bajo tierra, arrullada por las
corrientes miñotas que en esta zona, entre Galicia y Portugal, alientan
albariños suaves como sus acentos. Removiendo tierras
en una plantación de viñedos, precisamente, el propietario de unos terrenos
elevados a unos cuarenta metros de altura sobre el nivel del río Miño, en el
lugar conocido como O Cabrón, ubicado en el municipio de Arbo, encontró algo
que le llamó la atención. A simple vista podría parecer otro montón de piedras
más, de los muchos que aparecen en las tareas agrícolas. Pero había algo
diferente en ellas, ciertas formas, cierta colocación. Con buen criterio, avisó
a los arqueólogos. El experto en
materiales arqueológicos Manuel Ledo fue el primer investigador que tuvo
contacto directo con el hallazgo. Enseguida se percató de la magnitud de lo que
tenía entre manos y trasladó sus impresiones al IEM, agrupación con la que
colabora habitualmente. Con el permiso pertinente de la Dirección Xeral de
Patrimonio de la Consellería de Cultura, el grupo de estudios emprendió la
excavación del yacimiento bajo la coordinación del arqueólogo Xosé Lois Vilar,
subdirector del IEM. "Desde el inicio nos dimos cuenta de que había un
gran potencial y fue emocionante descubrir que, en el entorno mismo de la viña,
los materiales líticos aparecían en posición original y en un excelente estado
de preservación", explica el director de los trabajos de campo, Eduardo
Méndez. Abrieron la tierra
por dos sitios y las entrañas empezaron a hablar a borbotones. Salieron piezas
y más piezas, como palabras calladas durante océanos de tiempo. En tan sólo
tres metros cuadrados contaron ciento diecinueve. Entre las apariciones,
proliferaron hachas de mano bifaces, con forma de almendra, y machetes. "Sólo
con eso podemos afirmar que son útiles de una industria achelense que, en el
peor de los casos, tiene 250.000 años de antigüedad, pero quizá, cuando
logremos una datación más precisa, la cifra llegue a ser muy superior". El descubrimiento de
este instrumental del Paleolítico Inferior en su estado original proporciona
una información que Méndez califica como "inédita" en Galicia y que
puede pulverizar algunos mitos. El yacimiento de O Cabrón, si se confirma su
datación, serviría para recuperar para la investigación una parcela del
conocimiento, este arco temporal remoto, de la que los estudiosos gallegos
habían desistido, en cierto modo. "Cuando se
excavó el yacimiento de As Gándaras de Budiño, en 1963, se hizo una datación
errónea de 26.000 años de antigüedad. Ese dato, en el contexto del Paleolítico,
llevó a la comunidad científica a interpretar el hallazgo como muestra del
atraso secular de Galicia, porque mientras en otras partes de Europa el hombre
prehistórico ya estaba pintando murales, aquí parecía que aún se estaba
aprendiendo a tallar la piedra. Esa conclusión desanimó a muchos colegas, que
prefirieron centrarse en el estudio de épocas más claras", relata Méndez. Queda por delante
mucho trabajo de análisis en colaboración con la Universidade de Vigo y el
Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana de Burgos para averiguar
para qué se empleaban estas herramientas cuyo destino último será el Museo de
Pontevedra. http://www.elpais.com/articulo/Galicia/secreto/Mino/elpepuespgal/20100822elpgal_13/Tes *** ******* This message contains information which may be confidential and privileged. Unless you are the addressee (or authorized to receive for the addressee), you may not use, copy or disclose to anyone the message or any information contained in the message. If you have received the message in error, please advise the sender by reply e-mail and delete the message. |
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