[Archport] Notícia: " Un gran edificio de hace 2.500 años abre los secretos de la cultura tartésica"
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Un gran edificio de hace 2.500 años abre los secretos de la cultura tartésica
Investigadores del CSIC excavan en las Vegas del Guadiana la
construcción más grande y mejor conservado hallada hasta ahora de la
mítica civilización prerromana
Madrid 7 OCT 2016 - 21:30 CEST
El objeto con forma de bañera de la imagen es uno de los hallazgos más
insólitos de la excavación tartésica del Turuñuelo, en Badajoz. CARLOS
MARTÍNEZ
En mitad de un paisaje amarillo y polvoriento de finales de
septiembre, entre campos de tomates y de maíz trabajados por modernas
máquinas que se pueden controlar a distancia, dos arqueólogos del CSIC
rascan pacientemente la tierra con pequeños paletines. Pero, al
contrario de lo que suele pasar en esta clase de excavaciones —esta de
la comarca de las Vegas del Guadiana (Badajoz) corresponde a una gran
construcción de hace 2.500 años—, no tienen que esperar mucho para que
vayan apareciendo contornos que acaban resultando ser puntas de lanza,
vasijas, anzuelos, hasta una insólita parrilla y un gigantesco caldero
de bronce…
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La habitación que se está excavando estos días destaca precisamente
por “la cantidad de bronces”, explica el investigador del CSIC y
director del Instituto de Arqueología de Mérida, Sebastián Celestino.
Acaba de desenterrar una pieza metálica decorada en un extremo por dos
palomas que flanquean una piel de toro, símbolos divinos típicos de la
cultura de Tartesos, esa civilización prerromana que ocupó el suroeste
de la Península Ibérica y cuyas incógnitas sobre su nacimiento, su
desarrollo a lomos del comercio de minerales con los fenicios y su
misteriosa desaparición (quizá arrasada por sus enemigos, por un
cataclismo o, simplemente, por su declive económico) han sido
rellenadas durante largo tiempo por mitos y leyendas. Pero la ciencia,
aunque poco a poco y seguramente con menos alharacas, también las va
contestando, y este yacimiento del Turuñuelo, que corresponde al
edificio más grande (algo más de una hectárea) y mejor conservado de
aquella época, tendrá sin duda mucho que aportar.
“Estamos al final de la época tartésica, en el siglo V antes de
Cristo”, empieza Celestino. “El núcleo central está en el Guadalquivir
y Huelva, pero después de una crisis económica en el siglo VI, hay un
gran movimiento de población hacia el interior. Y esa gente que se
instala en el Guadiana construye estos enormes edificios”, continúa.
Habla de tres: el santuario de Cancho Roano (en Zalamea de la Serena,
que el propio Celestino excavó durante más de dos décadas); La Mata
(en el municipio de Campanario), que tenía un perfil más económico; y
este del Turuñuelo, cuya función aún se desconoce porque los trabajos
no han hecho más que empezar; han desenterrado menos del 10%. “De
momento, podemos decir que tiene un sentido de culto clarísimo”.
Un violento final
Lo que sin duda comparten los tres edificios, aparte de la época, es
un violento final: fueron destruidos por sus propios moradores,
incendiados y después sellados con arcilla. “A finales del siglo V,
principios del IV a. de C., empiezan a llegar los pueblos del norte,
de etnia céltica, así que los destruyen para preservarlos de las
invasiones, para que pasen a la posteridad sin que sean violados”,
explica Celestino.
Y no solo ocurrió con esas grandes construcciones, pues el resto de
las documentadas en el Valle Medio del Guadiana “parece que también
cuentan con este nivel de incendio”, asegura la codirectora de la
excavación del Turuñuelo, Esther Rodríguez. “El hecho de que se
abandonasen a la vez indica que forman parte de un mismo sistema
político. Parece que el territorio en esta época se organizaba
alrededor de estos edificios como el Cancho Roano o el Turuñuelo y que
a partir de ellos se articulaba la explotación del entorno. Existía,
además, un yacimiento de mayor envergadura, el Tamborrio, en
Villanueva de la Serena, que tendría una capacidad política mayor; lo
que todavía es complicado de determinar es qué relación existía entre
unos y otros centros”, añade.
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Las palomas y la piel de toro extendida son símbolos típicos de
Tartesos. CARLOS MARTÍNEZ
Pero ese final autoinfligido no solo da pistas sobre la organización
política, sino que ha conservado formidablemente su interior en esa
especie de urna de arcilla. “Conocer la cultura tartésica es bastante
complicado por todas las incógnitas que giran en torno a esta, pero sí
es verdad que los restos materiales del Valle Medio del Guadiana nos
permiten documentarla por su buen estado de conservación”, asegura
Rodríguez. De ese modo, los vestigios de toda esa zona ayudan a
conocer mejor cómo fue aquella cultura que floreció en torno al
Guadalquivir desde el siglo X antes de Cristo: “Podemos concluir que
serán estas poblaciones […] las únicas herederas de la cultura
tartésica una vez que se desdibuja su presencia en el Bajo
Guadalquivir a partir del siglo VI a. C.”, dice la tesis de la
arqueóloga, defendida hace unos pocos meses. Pero, además, esos restos
“permiten entender el regionalismo de cada territorio, pues cada uno
mantiene elementos que son propios del lugar”. En este caso, una rica
mezcla formada por el choque de tradiciones procedentes del Atlántico
con las mediterráneas que llegan desde el Guadalquivir.
Celestino y Rodríguez (con la inestimable colaboración de Melchor, un
obrero especializado en este tipo de trabajos desde hace dos décadas),
desbordados por los constantes hallazgos, están a punto de terminar la
segunda acometida a la excavación del Turuñuelo (la primera fue el
pasado año y entonces contaron con la ayuda de alumnos de varias
universidades españolas). Tras descubrir una habitación principal de
70 metros cuadrados, han encontrado un gran pasillo, que da a una
serie de habitaciones, de las que han excavado una.
Ahora, preparan un plan para ver qué inversión se necesita para seguir
adelante cuando se acaben los fondos que les ha aportado este año el
Plan Nacional de Investigación y la Junta de Extremadura, teniendo en
cuenta “que hay que reservar un dinero importante para los diferentes
análisis y para restaurar todo lo que está saliendo, que es
muchísimo”, señala Celestino. Completar la excavación de un yacimiento
tan grande puede tardar años. “Estamos hablando de mucho tiempo,
dependiendo de la inversión. Si es fuerte, pues serán menos años”,
remata.
Semillas, platos, anzuelos, ‘bañeras’... de hace 2.500 años
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Un gran caldero de bronce hallado en el Turuñuelo. CARLOS MARTÍNEZ
El yacimiento del Turuñuelo ya ha empezado a dar sorpresas a los
investigadores. No solo por una riqueza tal que los desborda (acabados
los contenedores que llevaban, han tenido que empezar a usar cajas
recicladas de helados o de gominolas que les acaban de dar en el bar
del pueblo), sino por lo sorprendente de algunos descubrimientos.
Junto a vasijas y platos de imitación (los lugareños remedaban las
vajillas llegadas a través del comercio fenicio desde Grecia o
Etruria), semillas, restos de alfombras de esparto y otros tejidos,
han hallado, por ejemplo, una parrilla de bronce y un caldero del
mismo material tan enorme como único.
Además, han encontrado una rarísima bañera de 1,70 metros de largo.
“Lo llamamos bañera o sarcófago por su forma. Está hecho con un
material extraño a base de cal y no sabemos qué contenía; no tiene
ningún orificio de salida y, por lo tanto, puede ser para contener
agua, para hacer algún tipo de ritual que se nos escapa”, explica el
investigador Sebastián Celestino. La encontraron en uno de los tres
ámbitos en los que se divide la habitación principal, en cuyo centro
se levantó un altar de adobe en forma de piel de toro extendida.
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