[Archport] La saga del tesoro
La saga del tesoro
Cambio, 12/11/09
El tesoro, que pesa 19 kilos, está compuesto por 122 piezas, varias de
ellas de más de 30 cm de alto.
Desde cuando la Unesco empezó a hablar en los años setenta de que
repatriar piezas patrimoniales a los países de origen era una forma de
reparación histórica por la expoliación a las colonias, expertos
colombianos no han cedido en su empeño para que el llamado tesoro
Quimbaya regrese al país. El obstáculo ha sido que los tratados
invocados por el organismo internacional se refieren específicamente a
objetos históricos sacados ilegalmente de sus países que no es,
precisamente, el caso de las 122 piezas de oro del tesoro Quimbaya que
reposan en el Museo de América en Madrid: en 1892, el presidente (e)
de Colombia, Carlos Holguín, los regaló a María Cristina de Habsburgo,
la reina regente de España. "Fue una muestra de gratitud por el laudo
arbitral proferido por la corona española a favor de Colombia en el
problema de límites sobre el río Orinoco suscitado con Venezuela",
asegura el historiador Pablo Gamboa.
No obstante, parece que hoy hay un rayo de luz al final del túnel,
pues el pasado 4 de septiembre el juzgado 23 de Bogota falló a favor
una acción popular interpuesta por Felipe Rincón Salgado, según la
cual la donación constituyó una "transferencia inconstitucional" y
vulneró gravemente el patrimonio económico de Colombia: las piezas
fueron compradas con recursos del Estado y pasaron a ser bienes
nacionales, de tal forma que solo podían ser enajenados con sujeción
de la ley y la Constitución política de 1886, previa autorización del
Congreso, cosa que no se hizo.
El fallo ordena a la Cancillería, el Ministerio de Cultura, el
Instituto Colombiano de Antropología y la Procuraduría General,
iniciar las acciones necesarias para repatriar las 122 piezas
precolombinas. Estas entidades tienen tres meses para resolver el
tema.
El Estado colombiano no había intentado antes hacer muchos esfuerzos
para recuperarlas, porque las entidades competentes consideraban que,
además de constituir una donación, el Tesoro era una parte de Colombia
en España y les pertenecía a los colombianos en el exterior y, sobre
todo, porque como en 1982 no existía el concepto de patrimonio
cultural como se entiende hoy, no era posible exigir su devolución.
Sin embargo, la piezas eran de gran valor patrimonial y así lo
reconoció el propio Holguín en su mensaje del 20 de julio al Congreso,
cuando anunció que entregaría a España "la más completa y rica
colección de objetos de oro que habrá en América, muestra del grado de
adelanto que alcanzaron los primitivos moradores de nuestra patria
(...). Como obra de arte y reliquia de una civilización muerta, esta
colección es de un valor inapreciable".
Las reclamaciones que vienen haciendo investigadores colombianos datan
de los años setenta. En 1972, la antropóloga Clemencia Plazas -luego
sería subdirectora técnica del Museo del Oro- estuvo mes y medio en el
Museo de América en Madrid haciendo el inventario, registro,
descripción y calidades técnicas de la colección. "Entonces no
existía en el país testimonio alguno de la cultura quimbaya -cuenta
Plazas-. Y como queríamos plantear algo que pudiera negociarse y
sustentar, elegimos un lote de seis piezas repetidas y con algún
desperfecto que daban cuenta de su belleza y de la técnica con que
habían sido hechas".
A cambio de la devolución de esas piezas, el Estado colombiano ofreció
80 piezas de otras culturas para que el Museo completara su colección.
"En ese momento no sabían lo que tenían", asegura la antropóloga. Fue
en 1976, cuando el entonces embajador en España Belisario Betancur
empezó a hacer gestiones diplomáticas para la devolución de las
piezas, cuando se dieron cuenta del valor del tesoro. Dejaron de
exhibir las piezas originales y las remplazaron por réplicas. Las
originales solo volverían a exhibirse en 1993 con motivo del V
Centenario del Descubrimiento.
Como las gestiones diplomáticas para la devolución de las piezas se
hicieron sin asesoría especializada en este tipo de negociaciones, el
resultado fue nefasto: España solo accedió a devolver dos piezas a
cambio de 200 objetos de las otras culturas. El entonces director del
Museo del Oro, el antropólogo Luis Duque Gómez, intentó frenar el
acuerdo y eso le costó el puesto. "Habría sido otro regalo como el de
1892", sostiene Plazas.
En los años noventa fueron halladas algunas piezas quimbaya que,
hasta hoy, son las únicas que dan testimonio de esa cultura. Están
exhibidas en el Museo del Oro. No es suficiente. Está a la mano un
caso relativamente reciente, que demuestra que es posible, si hay
empeño, lograr que el tesoro vuelva a Colombia. Lo relata el profesor
Alister Ramírez-Márquez en carta a El Espectador, y se refiere a la
devolución que el Museo Metropolitano de Nueva York, reconocido por la
impresionante colección de piezas patrimoniales de otros países, le
hizo en 2006 al Estado italiano de 16 piezas de plata del período
helénico.
Los italianos adelantaron una campaña para la repatriación de esos
objetos. Acusaron a los Estados Unidos de ser una potencia invasora y
usurpadora de los tesoros de otras culturas y alegaron que las piezas
eran parte de su identidad nacional. "Durante estos últimos 20 años
las políticas con relación a la colección de objetos han cambiado en
todos los museos del mundo -sostiene Ramírez-. Podría considerarse
como un gesto de responsabilidad y a la vez de generosidad que debe
servir como ejemplo a otras instituciones del mundo". La devolución
del tesoro Quimbaya sigue siendo para Colombia un asunto de honor y de
gran valor simbólico.
Cruzada académica y judicial
Veinticuatro academias de Historia vienen reclamando el tesoro
Quimbaya desde 2005, con Jaime Lopera, presidente de la Academia del
Quindío, como su vocero principal. No existe un tratado que permita
exigir su devolución, pero el Derecho Internacional Público contempla
principios generales de Derecho según los cuales no es lícito
aprovecharse del error ajeno.
Este es el argumento de quienes reclaman la devolución voluntaria del
tesoro por parte de España. Pero el Ministerio de Cultura no parece
convencido de la necesidad de exigir su devolución.
Argumenta que hacerlo "compromete su seriedad y respeto hacia los
demás Estados amigos, más aun cuando los mismos en un acto de fe y
confianza en Colombia, invierten un sinnúmero de capital económico,
generando empleo y progreso para el país". Curioso argumento, por
decir lo menos.
f
http://www.cambio.com.co/informeespecialcambio/854/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR_CAMBIO-6565409.html