[Archport] NEANDERTALES: Más cerca de nosotros
El Pais
REPORTAJE: NEANDERTALES
Más cerca de nosotros
MALÉN AZNÁREZ 13/04/2008
La foto cambia. Los neandertales, aquellos seres tan parecidos a nosotros, y tan
distintos, eran más humanos, inteligentes y agraciados de lo que siempre
creímos. Recientes hallazgos descubren cosas insólitas, de ?los otros? y su
mundo. Las incógnitas comienzan a desvelarse.
Sólo hay dos especies que, miles o millones de años después de extinguirse en
la Tierra, siguen provocando auténticas pasiones entre los humanos: los
neandertales y los dinosaurios. Por qué los terroríficos monstruos de crestas
punkeras, enormes corpachones y largas colas siguen fascinando parece claro.
Eran unos bichos impresionantes y atractivos en su poderío, que dominaron la
Tierra durante millones de años, y ¡zas!, de repente desaparecieron. Pero
¿por qué nos siguen cautivando e intrigando los neandertales?, aquellos seres
chaparros y fortachones, de enorme nariz, arcos supraorbitarios prominentes y
mentón huidizo que habitaron Europa hace entre 200.000 y alrededor de 27.000
años. ¿Por qué queremos averiguar a toda costa cómo eran, si se cruzaron o
no con el hombre moderno, y saber cómo y por qué se extinguieron?
Quizá la fascinación por aquellos robustos seres tan parecidos a nosotros, y a
la vez tan distintos, no obedece a otra cosa, como dice Antonio Rosas,
paleoantropólogo del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC), que a querer
saber más de nosotros mismos. ?Porque son un enigma, son como nuestro espejo un
poco deformado, nos reconocemos pero al mismo tiempo no somos. Y los miramos de
continuo para ver si entendemos algo más de nosotros mismos?. O puede que,
como mantiene el premio Príncipe de Asturias y codirector de Atapuerca, Juan
Luis Arsuaga, sólo sea "porque es una historia apasionante, una gran historia,
y a los humanos nos gustan las historias". Para el autor del exitoso El collar
del neandertal, que confiesa que nada le haría más ilusión que tener una
gota de sangre neandertal que le conectase con esos poderosos europeos, el
cerebro humano, esencialmente, produce y consume historias. "Y la de los
neandertales es una de las más increíbles, pone a nuestra especie junto a
otra misteriosa y desaparecida: los otros. Tiene un componente de intriga y
misterio, es imposible que no nos atraiga".
Hasta hace muy poco, los neandertales eran considerados unos seres rotundamente
arcaicos y brutales -durante muchos años se les tuvo como una subespecie de
Homo sapiens-, poco avanzados en tecnología y con escasa capacidad para
resistir la competencia del hombre moderno, más inteligente y rico en
recursos, con el que coexistió en Europa unos 10.000 años antes de su
extinción.
Pero el paradigma está empezando a cambiar. Ni tan brutales de aspecto, ni tan
atrasados tecnológicamente, ni tan diferentes en su inteligencia del Homo
sapiens. ¿Qué está pasando? Pues que los últimos estudios genéticos y
hallazgos de fósiles neandertales, entre ellos, los del yacimiento asturiano
de El Sidrón, están aportando datos que empiezan a replantear el modelo
tradicional. ?Son cosas increíbles las que estamos conociendo, elementos de su
aspecto físico o cognitivo que nunca hubiéramos pensado saber?, dice el
biólogo del equipo de El Sidrón, Carles Lalueza, que ha descubierto dos
importantes genes neandertales. Uno está relacionado con la pigmentación y
nos permite saber que eran rubianco-pelirrojos; el otro, con la capacidad para
el habla, y nos deja deducir que podían hablar como los cromañones. ?El
Sidrón está abriendo un universo muy llamativo. Es la mejor colección de
neandertales de la Península y ahora, sin duda, el yacimiento activo más
relevante del mundo. Podemos decirlo sin ningún rubor?, asegura Rosas,
responsable de la paleoantropología del yacimiento y profesor investigador del
CSIC.
Tanto Arsuaga como Rosas, que durante 23 años formó parte del equipo de
Atapuerca, se remontan al ancestro común de neandertales y el hombre moderno,
el Homo ergaster africano, que salió de África hace unos dos millones de
años, para explicar cómo su diferente evolución dio lugar en Europa al
neandertal, la especie genuinamente europea, y en África, al Homo sapiens, que
llegaría a Europa, por Asia, hace unos 40.000 años. Dos especies diferentes
con un antepasado homínido compartido.
"¿Cuándo se data el origen de los neandertales?", se pregunta Arsuaga, actual
director del Centro de Evolución y Comportamiento Humanos (UCM-ISCIII). "No
hay contestación, porque fue una evolución gradual. Podemos decir que los
primeros neandertales tenían medio millón de años. La gente de la sima de
los Huesos de Atapuerca es una población europea de hace medio millón de
años, contemporánea de una población africana, y ambas proceden de la misma
especie biológica, pero empiezan a diferenciarse localmente. En Europa hay un
avance, un esbozo de algo que con el tiempo terminarían siendo los
neandertales, pero que todavía son antepasados de neandertales, el Homo
heildelbergensis. Pero si vamos más hacia atrás, a los 800.000 años, o
todavía más atrás, con el reciente hallazgo de la nueva mandíbula de 1,3
millones de antigüedad, nos encontramos con el Homo antecessor de Atapuerca,
que no tiene rasgos neandertales. Tanto la paleontología como la genética
indican que la separación de las dos líneas se produjo en algún momento
entre 500.000 y 1.000.000 de años".
¿Qué entendemos hoy por neandertales? Si hablamos de los que antes se llamaban
neandertales clásicos -conocidos toda la vida como neandertales-, su origen
está entre los 250.000-200.000 años atrás; ésa sería una fecha frontera.
"A partir de ese momento son neandertales en el sentido anatómico, y los
anteriores, los de Atapuerca, son sus antepasados directos", afirma Rosas,
quien añade que los fósiles de El Sidrón (nueve individuos de distintas
edades identificados, un maxilar prácticamente completo con todos sus dientes,
además de otros miles de huesos, restos líticos transformados en útiles y
herramientas) ponen en la palestra la guinda que faltaba: el final de los
neandertales claramente constituidos. "Y no hay que olvidar que es la primera
vez que se ha podido sacar un gen completo de un fósil de neandertal".
Las aportaciones genéticas de El Sidrón, tanto del ADN mitocondrial (sólo de
herencia materna) como del nuclear (de ambos progenitores) de neandertales, que
vivieron en la cornisa cantábrica hace 43.000 años, están siendo esenciales
para hablar de un nuevo paradigma. No sólo se han sumado al macroproyecto del
Genoma Neandertal que lidera el experto mundial Svante Pääbo, sino que son
objeto de diferentes estudios genéticos en colaboración con el instituto
alemán Max Planck. "Hasta ahora, para entendernos, la explicación en la
teoría de la evolución era entre el chimpancé y nosotros, ya que compartimos
un antepasado y es la especie viva más próxima. Era nuestro modelo de
referencia. Pero la cantidad de información llamativa de los neandertales que
estamos sacando nos permite empezar a sustituir el modelo chimpancé por el
modelo neandertal. Con una diferencia: que la distancia de separación es mucho
más corta en el tiempo evolutivo", explica Rosas.
¿Cuáles son estas novedades neandertales que tanto entusiasman a los
científicos? Para empezar, los datos sobre su aspecto físico, y, lo que
parece intrigarnos más, sobre si se cruzaron o no con el hombre moderno,
siguiendo por derroteros como su ecosistema y forma de vida, tecnología,
diferencias que podía haber entre los del norte y del sur. Y, finalmente, una
de las cuestiones esenciales: las causas de su extinción.
El pescador de genes Carles Lalueza puede decir mucho de los hallazgos
genéticos. Descubridor del gen FOXP2, relacionado con la posibilidad del
habla, y del MCR1, de la pigmentación, y a punto de publicar un nuevo
descubrimiento del que todavía prefiere no hablar, aunque insinúa que
cualquier otro gen "que esté relacionado con la inmunidad, la fisiología del
metabolismo o los aspectos externos llamará la atención porque representa un
cambio conceptual grande", asegura que, a la larga, "esta información no sólo
representará un cambio de paradigma sobre ellos, sino sobre nuestra especie".
Porque, una vez que tengamos el genoma completo del neandertal y veamos los
genes que compartimos, podremos saber, aunque sea por eliminación, cuáles son
los cambios exclusivos de nuestra especie. "Ahora estudiamos sus
características propias, pero, en el fondo, estamos estudiando las nuestras",
asegura este investigador de la Universidad de Barcelona.
Así que, gracias a la genética y al ADN de los fósiles de El Sidrón, podemos
saber, entre otras cosas, que el físico de los neandertales era mucho más
parecido al del hombre moderno de lo que hemos pintado e ilustrado durante más
de un siglo. "A mí no me importaría que se hubieran cruzado con nosotros. Soy
un defensor de los neandertales y estoy en contra del paradigma, que ha cuajado
incluso a nivel popular, de que era una subespecie brutal y atrasada?", dice
Lalueza, que añade que con el hallazgo del gen de la pigmentación asistimos a
una paradoja divertida: en el fondo, ellos, que podían ser rubios o pelirrojos
y de piel clara, se parecían más físicamente al hombre actual que nuestros
antepasados los cromañones. "Éstos, hacía poco que habían salido de África
y tenían una pigmentación más oscura".
Con el físico hemos topado. Y si no eran tan primitivos, ¿cómo eran
realmente? ¿Podrían, vestidos en vaqueros, pasar hoy desapercibidos en el
metro de Nueva York, como mantiene el famoso y ya clásico modelo? Porque las
últimas recreaciones que han incorporado algunos grandes museos del mundo,
como las realizadas por el taller Daynés, de la artista francesa Elisabeth
Daynés -que ilustran este reportaje-, suponen una auténtica revolución en la
imagen neandertal tradicional. Y no son fantasías, ya que están hechas sobre
moldes de fósiles neandertales y con el asesoramiento científico de conocidos
expertos. "Son parecidos a nosotros y diferentes en todo el esqueleto. La pelvis
es totalmente distinta, las mandíbulas, el cráneo, los dientes, los huesos
largos... Morfológicamente son distintos; no son simios, pero tampoco son
sapiens: son diferentes", dice Arsuaga.
Lalueza tiene claro que hoy un rostro neandertal nos sorprendería mucho. "No
creo que haya un equivalente en el hombre actual. Su frente estaba inclinada
hacia atrás, los arcos supraorbitarios sitúan una mirada muy profunda,
tenían la cara proyectada hacia delante y la nariz era enorme, tan grande como
la de un europeo que la tuviera muy grande, pero ancha como la de un africano.
Realmente creo que llamaría la atención en el metro de Nueva York...". Pero
Antonio Rosas, que con su equipo del Museo Nacional de Ciencias Naturales
reconstruye, con el maxilar encontrado en El Sidrón, una cara de neandertal
utilizando avanzadas técnicas de computación, mantiene que, en esencia, lo
que está cambiando es que se empiezan a apreciar diferencias entre grupos
neandertales del norte y del sur. "Una peculiaridad de los de El Sidrón es que
eran muy robustos; dentro de su arquitectura ancha, eran más anchos todavía.
Los individuos masculinos podían, en caso extremo, superar 1,70 metros de
altura, y las mujeres bordeaban el 1,60. No eran pigmeos. Y murieron jóvenes.
Sabemos que su longevidad máxima estaba entre los 40 y 50 años, pero éstos
no llegaron...".
Otro de los mitos que ha caído con la genética es el de que los neandertales
no podían hablar como nosotros y se entendían con gruñidos o gestos.
Podían. Y así lo ha demostrado el gen encontrado por Lalueza, que implica que
neandertales y cromañones tenían la misma estructura implicada en el gen que
posibilita un lenguaje articulado. "Su lenguaje debió de ser más limitado que
el nuestro, pero no porque pudieran emitir menos fonemas. La razón principal la
tenemos en que nuestro lenguaje requiere, de manera constante, una memoria
operativa de gran capacidad", mantiene el psicobiólogo Manuel Martín-Loeches,
autor de La mente del Homo sapiens, que ha estudiado también la del neandertal
y su capacidad para la memoria o el habla. Director de la sección de
Neurociencia Cognitiva del Centro de Evolución y Comportamiento Humanos,
Martín-Loeches dice que la memoria operativa de los neandertales, mucho más
limitada que la del sapiens, fue también la causa de su escasa capacidad
creativa y, curiosamente, de su valentía, ya que su menor facultad para
anticipar acontecimientos futuros les hacía más osados.
Arsuaga opina que el lenguaje neandertal sonaría como el nuestro si lo
oyéramos a través de una puerta. "En el antiguo paradigma siempre se decía
que los neandertales no podían producir los sonidos del lenguaje del Homo
sapiens, pero ellos tenían el hueso hioides -situado encima de la laringe-
como el nuestro y el del chimpancé es muy diferente. Si oyéramos hablar a los
neandertales, sonarían igual que un hombre moderno y no como un chimpancé. Y
si oyéramos hablar a un austrolopiteco, seguramente diríamos que es un
chimpancé...".
En lo que están de acuerdo los investigadores es en que, fundamentalmente, lo
que ha cambiado es nuestra percepción de los neandertales, quizá porque ya no
tenemos tanta necesidad de considerarlos tan inferiores para vernos superiores.
"Hemos dejado de creernos el epicentro de la evolución humana. Dicho de otra
forma, ya no se perciben como una especie inferior, sino como una igual.
Distinta pero igual", opina Rosas. Y Arsuaga menciona otra novedad. "De
entrada, son los europeos de verdad, ellos sí que son auténticos europeos...
Y eso es un cambio de paradigma. Ha pasado un poco como con los aborígenes de
Australia o Nueva Zelanda, que ahora todo el mundo presume de tener un
antepasado maorí...".
Pero hay más cosas que empiezan a contemplarse en este nuevo modelo neandertal.
Por ejemplo, algo que nunca se había cuestionado era su escasa capacidad
tecnológica. Todas las herramientas y utensilios de aspecto moderno que
tenían -en torno a los 40.000 años de antigüedad- se habían atribuido
siempre a los cromañones, pero hallazgos como los de la cueva del Conde
(Asturias) o El Sidrón permiten dudarlo. Arsuaga, que codirige los trabajos de
la cueva del Conde, asegura que éste y otros yacimientos de parecidas
características del País Vasco o Cantabria plantean que es una tecnología
neandertal: "Tenemos unas industrias de transición que hasta ahora
atribuíamos a los cromañones, que se suponía eran los creativos. Y nos
preguntamos: ¿por qué de los cromañones? Todo apunta a que lo han hecho los
neandertales". "En Barcelona hay un yacimiento maravilloso donde se ve que los
neandertales tenían un dominio extraordinario del fuego, con talleres que
utilizaban casi de forma industrial. Vamos conociendo y matizando", apunta
Rosas.
La coexistencia de los últimos neandertales y cromañones en Europa, durante
unos 10.000 años, pone sobre el tapete otra de las cuestiones más debatidas:
¿se cruzaron ambas especies? Lalueza lo niega rotundamente y asegura que las
especies divergieron hace unos 900.000 años. "Además del gen de la
pigmentación- una variante que no se encuentra en los humanos modernos-, en el
gen FOXP2 encontramos variantes que tenían los neandertales que eran
ancestrales a todos los humanos modernos y que no han llegado hasta nosotros.
Coexistieron, pero no se mezclaron".
Pero Arsuaga tiene serias dudas y asegura que no le sorprendería que hubiera
habido algún intercambio genético. Lo que para él, en cualquier caso, carece
de importancia. "Pudo haber alguna vez cruces entre neandertales y sapiens, pero
es irrelevante, es intrascendente a efectos evolutivos, porque sucede que esos
híbridos no encuentran pareja o son absorbidos, y los genes raros acaban
perdiéndose. Los neandertales se extinguieron y no contribuyeron nada a las
poblaciones modernas, pero no me parece realista decir que es imposible que se
hubieran cruzado, porque en la naturaleza no hay límites netos".
Y llegamos a otra de las grandes cuestiones del universo neandertal: ¿por qué
se extinguieron? Pregunta que, como las cerezas de un cesto, se enreda con
otras: ¿fue el Homo sapiens el causante de su extinción?; ¿acaso no pudieron
competir con la mayor capacidad tecnológica de éste?; o, como también se
plantea ahora, ¿fue un cambio climático lo que les arrastró a su final?
El paleobotánico José Carrión, de la Universidad de Murcia, especialista en
palinología, ha estudiado los registros de cambios de paisaje asociados a
áreas regionales neandertales, a través del polen fósil de distintos
yacimientos, entre ellos, los de los últimos neandertales de la península
Ibérica (Gorahn, en Gibraltar, y Carihuela, en Granada). Carrión, que ha
reconstruido la vegetación, paisaje y fauna de la época, aporta dos
conclusiones. Una: la extinción no fue de golpe, sino un largo proceso. Dos:
se debió sobre todo a un proceso endogámico. Pero suma otros datos. Para
empezar, los neandertales eran seres de bosque y un cambio climático vino a
acelerar su extinción.
Al parecer, aquellos bosquimanos fueron reduciendo su área de distribución en
el continente europeo, por lo menos desde hace 35.000 años hasta unos 26.000
años antes del presente. "Los últimos 10.000 años fueron de declive, con una
población fragmentada y cada vez menos numerosa. Cuando haces un mapa del
Musteriense, las poblaciones están cada día más distantes, con más
endogamia y menos intercambio génico entre las poblaciones del norte y del
sur. Eso, a largo plazo, es un problema en todas las especies de mamíferos.
Los genetistas lo llaman ?depresión por endogamia", explica Carrión. "Los
últimos neandertales están en el sur de la península Ibérica y, cuando se
extinguen, no hay evidencia alguna de que el hombre moderno estuviera allí. No
coexisten. Así que la competencia de una especie con la otra no existe, no hay
por qué estudiarla".
Para este paleobotánico, hay otras causas que contribuyeron a la desaparición
de la especie, como el cambio de paisaje. "El neandertal es un animal
meridional, de bosque abierto o sabana (árboles grandes, arbolitos sueltos y
hierba), no es un hombre de estepa. Siempre los han pintado en el norte de
Europa, pero ellos se iban al norte cuando hacía calor; en los periodos
glaciales estaban en el sur de España, el sur de Italia y la península
grecobalcánica. Por su tecnología, posiblemente cazaban en grupos pequeños y
al acecho, escondiéndose detrás de árboles y arbustos. Y ocurre algo
inesperado: el paisaje se hace entonces muy abierto, muy estepario, con pocos
arbustos, y el tipo de animales cambia. Pasa de una gran diversidad de fauna a
otra menor pero muy grande: mamuts, bisontes, renos... Animales que hay que
cazar de otra manera, con proyectil o lanzando piedras a distancia. Y sus
herramientas de caza son más pequeñas y lanzables, no pesan. La mejor
tecnología para esa caza la tiene nuestra especie, los sapiens que vienen de
la estepa asiática perfectamente adaptados. Pero todavía sobrevivió miles de
años...".
Así que los cambios climáticos dieron al neandertal el golpe de gracia. Para
Carrión, la gran pregunta no es por qué se extinguieron, sino por qué
sobrevivieron tanto. Y tiene una respuesta. "Durante 30.000 años, el sur de la
península Ibérica era un jardín botánico, un auténtico paraíso. Vivían
cerca del mar, y pescaban y comían de todo, incluso piñones... Comían focas
monje, cazaban delfines, ánades, patos, codornices, perdices, cabras
montesas... Tenían una dieta muy variada, la misma del hombre de hoy". Rosas,
por su parte, asegura que la extinción de los neandertales es tan natural como
el origen y el nacimiento de cualquier especie. "Nos preguntamos por qué se
extinguieron y es un planteamiento falso. Es interesante saber por qué, pero
está envuelto en un halo de falso misterio. Cuando llevamos la misma cuestión
a otras especies de mamíferos, vemos que unos se extinguen y otros no. Y ellos
tienen medio millón de años de historia de evolución, que nosotros no
tenemos...".
Pero el codirector de Atapuerca aporta su personal teoría para explicar la
extinción: la gran capacidad simbólica de los cromañones les daba ventaja.
"Los neandertales no tenían bandera, y cuando llega aquí el Homo sapiens
tiene bandera... Porque la bandera es la capacidad de representar a una
comunidad por medio de un objeto, de reagruparse en torno a símbolos, lo que
permite aumentar el tamaño del grupo sin basarse en el parentesco, un grupo
que trasciende lo biológico. Así, el número de miembros de una tribu puede
ser ilimitado; creo que ésa es la diferencia. Los cromañones tenían un
sistema de alianzas, de solidaridad, basado en creencias, historias o mitos que
les daban una unidad que sobrepasaba lo puramente biológico. Somos la única
especie que forma comunidades no biológicas, unidas por lazos de tipo
simbólico, lingüístico, religioso... Los neandertales se conocerían entre
ellos, familias, grupos grandes, y, de pronto, eso se pone en competencia con
una especie de comunidades que pueden ocupar toda la península Ibérica, con
una capacidad enorme de alianza".
Eso, dice divertido Arsuaga, significa que los neandertales eran mucho más
realistas que los cromañones. "Qué es más inteligente, ¿creer en lo
inexistente o no creer" Yo no creo en los espíritus, no es nada realista ni
inteligente; en eso estoy con los neandertales, que eran los realistas... Pero,
a la larga, la gente que cree en mitos simbólicos tiene más fuerza de
comunidad y supervivencia".
Queda sólo un último misterio neandertal por aclarar: si fueron o no
creadores, si hicieron arte. Hasta el momento, siempre se ha mantenido que no,
y los vestigios encontrados de arte fronterizo (entre 32.000-35.000 años) se
han atribuido a los cromañones. "Si los cromañones llegaron hace unos 40.000
años", dice Arsuaga, "algunos neandertales tuvieron tiempo de aprender de
ellos, pero ahora parece que los objetos de adorno y colgantes que tenemos de
esa fecha, lo más antiguo, son de neandertales, así que nos vamos acercando a
la frontera de lo simbólico".
Los huesos encontrados en la cueva de El Sidrón plantean una cuestión que
enlaza con la hipotética capacidad simbólica de la especie extinguida: ¿eran
enterramientos? El catedrático de prehistoria de la Universidad de Oviedo,
Javier Fortea, director del yacimiento, no lo cree así. "En este depósito no
se había producido ningún acondicionamiento del espacio por parte del hombre.
Parece que procede del exterior, que es una zona de dolina; posiblemente esa
dolina se colapsó y por alguna chimenea cayó al interior. Lo que estamos
encontrando abajo nos plantea cómo llegaron aquí esos huesos, y si los
neandertales enterraban o no a sus muertos hace 43.000 años. Algunos de los
huesos tienen marcas de cortes descarnados, y eso indica una práctica de tipo
alimentario antropófaga, incluso caníbal, aunque prefiero no utilizar
palabras de ritual mientras no sepamos lo que ocurrió. Fuera hubo una
acumulación de individuos, y algunos de ellos, no todos, fueron desmembrados
por sus congéneres de forma rápida, porque no muestran presencia de felinos
carroñeros".
Son señales que pueden percibirse en los huesos, aunque no resulta fácil
verlas, salvo cuando quien las muestra es el paleoantropólogo Antonio Rosas,
en el Museo Nacional de Ciencias Naturales. "Mire las rayas horizontales de esa
mandíbula, se aprecian las marcas del corte, de la descarnación, el individuo
fue cortado para descarnar el músculo. Ese otro hueso tiene un desconchón de
lasca, de cuando se hace un corte al hueso; eso significa que los huesos largos
fueron machacados para extraer la médula y comerla. Si es un canibalismo,
alimenticio o ritual, continúa en discusión, pero lo que sí está claro es
que El Sidrón aporta un magnífico ejemplo de canibalismo; tenemos señales de
libro".
En los diferentes yacimientos neandertales, comenta Arsuaga, hay muchísimos
niños enterrados. "Se puede discutir si son rituales o no, pero son
enterramientos. Y eso es muy humano, es un comportamiento simbólico, porque un
individuo no entierra; es un grupo el que entierra. Y a nivel sentimental nos
los aproxima, no los vemos ya como monstruos, sino como gente que entierra a
sus niños, que los quiere, y eso es muy tierno".
El yacimiento de El Sidrón no sólo aporta información novedosa, sino que, por
primera vez en el mundo, está aplicando un protocolo en la extracción de
fósiles para evitar las contaminaciones genéticas que, con frecuencia, se
producen en las manipulaciones de los investigadores. Así que no es raro ver
dentro de la cueva a una especie de astronauta cogiendo huesos con mucho
cuidado. "A todos los excavadores nos han hecho el perfil genético, estamos
retratados... Pero cuando afloran huesos potentes, compactos y duros, no
esponjosos, como un fémur o una tibia, y creemos que pueden reunir las
condiciones adecuadas para extraer material genético, se interrumpe la
excavación, y todo el material que se está utilizando se desinfecta. El
excavador se pone un traje de astronauta, un mono con escafandra, zapatos y
guantes estériles, levanta el hueso con su tierra y lo mete en una bolsa
estéril. Luego se guarda en una nevera a dos grados de temperatura hasta
llegar al congelador del campo base, que está a 30 grados bajo cero", explica
Fortea. Más tarde viajarán a Oviedo, Alemania y Madrid.
Primero fue Atapuerca y ahora los neandertales, hallazgos que, a decir de los
expertos, están convirtiendo a España en una potencia paleontológica
mundial. "El Sidrón significa a los neandertales lo que Atapuerca a la
evolución general", confiesa Rosas sin poder disimular su entusiasmo. Y se
aproximan nuevos descubrimientos.
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