Arqueología
y Medio Oriente.
¿Qué
hace que la arqueología sea algo más que la heredera del colonialismo
occidental coleccionista de objetos exóticos? Esa pregunta la tengo desde
hace varios años, desde que escuché al arqueólogo y antropólogo Luis
Lumbreras hablando a un grupo de estudiantes buscando esa respuesta en San
Marcos. Lo recuerdo hablando sobre las maneras en las cuales la arqueología
podía ayudar a un campesino o indígena pobre, a un ser humano en malas
condiciones de vida sin tener que estudiar leyes para defenderlo de los
abusos, o sin tener que hacer economía para plantearle soluciones a sus
problemas principales, es decir los económicos. Entonces supe que había un
sentido en hacer arqueología. Esta disciplina no sólo estudiaría al ser
humano, sino que su último fin sería lograr un contexto sociopolítico que
asegure la permanencia nuestra especie de manera justa, que sea una parte
importante en la lucha por el mejoramiento de las condiciones de vida de
quienes se encontraban en el campo de los excluidos, de los desposeídos, de
los marginados. Años después me di cuenta que esto no sólo debía incluir a
esos campesinos indígenas pobres a los que se refería Luis Lumbreras en sus
talleres de arqueología social, sino que esto incluía a todo ser humano de
estas mismas condiciones sociales y económicas en cualquier parte del
mundo. La vida humana es una sola, y su estudio implica necesariamente su
defensa.
La
defensa del patrimonio cultural arqueológico por parte de arqueólogos y
antropólogos fue y es una actividad normal en casi todos nuestros países.
Ese activismo político que la gran mayoría de los arqueólogos tenemos en
mayor o menor grado, ha estado casi siempre separado de la defensa de la
vida humana. Pues el hecho de que nosotros estudiemos la cultura material
de todas las sociedades –sociedades antiguas, sociedades actuales- no
significa en ninguna medida que debamos asumir posiciones políticas
externas cuando se trate de cuestiones que afectan las integridades de
nosotros mismos como seres humanos. Muchos arqueólogos condenaron las
bombas estadounidenses lanzadas contra Irak, las mismas que destruyeron al
principal museo de la antigua Mesopotamia. ¿Pero cuántos condenaron a las
bombas que destruían las vidas de los seres humanos?
Y
este es el principal problema en la actualidad. Yo lo veo como el producto
de una indiferencia que rodea y limita nuestra propia práctica política.
Una indiferencia que sin embargo es cada vez menos generalizada en la
manera de hacer arqueología en el mundo. La arqueología no empieza ni
termina con el objeto. Empieza con seres humanos, y termina con ellos. Es
una ciencia que se basa en la comunicación, el estudio y la defensa de la
propia vida. Hablar de arqueología sin hablar de justicia social, es como hacer
arqueología y dejar que las bombas israelíes sigan asesinando seres humanos
en Palestina.
No
concibo esa manera de hacer arqueología. Es decir, como ciudadano de este
mundo la indignación del asesinato y la desigualdad de condiciones en el
Medio Oriente me vuelve impotente y estúpidamente inservible. Pero como
arqueólogo, no simplemente es ese el sentimiento. Como arqueólogo,
considero que es una obligación ética defender esa integridad humana que
debemos estudiar en sus materialidades. Como arqueólogo, me obligo a mi
mismo a escribir esto, y pedirle a mis colegas la que sientan es misma
indignación que espero nunca lleguemos a perder, actuar aunque sea de
manera simbólica.
Muchos
saludos,
Lic.
Miguel Aguilar Díaz
Pd.:
500 muertos palestinos, 40% de ellos niños y mujeres. Heroica guerra.
Bombardearon toda una semana, para que los soldados israelíes incursionen
por tierra. Las imágenes son terribles.
Laboratorio de Arqueología
Universidad de los Andes
yusieng@yahoo.com
"Ahora al imperialismo, le
llaman globalización" (Eduardo Galeano)
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